Así, por galerías ciegas, por sótanos mudos, por sordas recovas, la palabra de un hombre es la palabra de todos los hombres, la voz ronca en la que oscuramente -bajo el esplendor fútil de los cromos de época- los suicidas nos dicen que ser es tener miedo a solas y recordar y verse, como al fondo de un catalejo invertido, en el nítido horror que muestra el énves del ser.
Pere Gimferrer